A 126 km al oriente de Bogotá, el "lugar de la falda o de la pendiente", significado muisca de su nombre, se alza Ubalá. La cabecera del municipio se encuentra aproximadamente a 1900 msnm, sin embargo, por rodear a la represa del Guavio, su temperatura promedio ha descendido y tanto las prácticas de cultivo, como las sociales se han transformado.
Su geografía municipal es diversa, se manifiesta variados pisos térmicos, costumbres y culturas, dividido en dos zonas (A y B) sus mismos residentes refieren a los habitantes de “Mambita” (zona B) como llaneros y los de la zona A como del altiplano. Los paisajes son variados y, a ojo de visitante casual, tienen un gran potencial de turismo en sus recursos naturales y culturales.
Con la mejor panorámica de la represa del Guavio, el “alto del Ovejero” se convierte en un mirador sublime. La imponencia de los cañones naturales entres los cuales fluye la represa, combinada con el color verdoso del agua y un azul imponente en el cielo ofrecen al ojo una postal inmejorable de la visita a Ubalá. Y no es simplemente un efecto visual, la sensación de tranquilidad y bienestar no se compara. Es tan alucinante, que en menos de 5 minutos soñamos con cabañas de madera eco-sostenibles para el recogimiento, un puerto con veleros donde te preparen un delicioso almuerzo acompañado de vino, mientras recorres cada rincón de la inmensa represa y largas horas dedicadas a la contemplación.
El viaje continúa, el alto de los cristales ubicado en otro extremo privilegiado para la vista nos ofrece otro remanso de tranquilidad y bienestar. La tierra te abraza, te ofrece regalos, cuarzos brillantes que pretendieron ser esmeraldas recubren el piso de este cerro. Las huellas de improvisadas excavaciones están por todas partes. Recogimos varios, los apreciamos, pensamos a quien regalarlos (confieso que aún no he tenido el valor de entregar el más bonito que encontré) y los guardamos. La presencia de un águila, nos recuerda que es su territorio y nos estrega un mensaje claro: la experiencia turística no puede ser masiva, el equilibrio y la conservación del entorno es la prioridad.
De vuelta a la realidad, el municipio se prepara para ofrecer nuevas experiencias a los curiosos visitantes de la región del Guavio. Posadas tradicionales se preparan, lugareños que abren sus puertas para el alojamiento de visitantes, compartir el café de la mañana, las labores de la granja y deleitar con el contacto de la naturaleza, la pasión por las cosas simples y el disfrute de la tranquilidad. Y aquí el encanto y la nueva experiencia, la añoranza de la interacción. El ritmo de las ciudades, las “bondades” de la tecnología y la imposibilidad de la comunicación cara a cara nos impide encontrarnos con nuestros amigos, tener largas conversaciones y debatir la vida.
La experiencia de las posadas comunitarias es una invitación a volver a mirarnos a los ojos, es una invitación al encuentro, es una invitación a retomar nuestra humanidad.
[1] Juan Simbaqueba Vargas. Formador de Instructores. SENA-Centro Nacional de Hotelería, Turismo y Alimentos.